Introducción
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—Por Dios, que mucho yo pienso, pienso y
pienso. Es como el “procrastination” de los libros de “marketing” que yo estudio. Lo que significa que deje de pensar para
comenzar a actuar. Admito que eso me pasa mucho. Pero hoy es distinto, me
levante de la cama con ganas de hacer lo que siempre he querido, escribir. Hoy
nada me va a frenar porque estoy decidido y lo voy a decir como leo en las
redes sociales: “Hoy voy a mí y pago doble”.
Con el sonido de los autos y autobuses de la
rutina mañanera me terminé el café. Recostado de la baranda de la azotea que da
hacía a mi apartamento, tengo la suerte de que en el apartamento donde vivo
tengo acceso hacia la azotea, donde puedo deleitarme de los suburbios de la
capital.
—¡Ahhhh! esta brisa por alguna extraña razón me
libera la tensión del estrés.
Pensé, mientras miraba el paisaje con mi taza
de café vacía, una taza común y corriente, que agarraba con mis dos manos para
que absorbieran el poco calor que quedaba. Fue combustible para despertar mi
metabolismo mañanero.
Sigo recostado de las barandas que se aproximan
a la orilla de la azotea donde puedo vigilar una extensa selva de cemento,
bloque, brea, el rugir de los camiones, y el olor fresco del aroma de los gases
emitidos por los autos.
—Hoy es el día de escribir mi mejor cuento, hoy
es el momento porque tengo el apetito de escribir un cuento poético —dije en
voz alta.
Estar todas las mañanas en la azotea me ha
hecho darme cuenta que necesito algo que me eleve a otra época, donde la
naturaleza sea la religión y las mentes de las personas estén llenas de héroes
míticos que padezcan o sientan igual que los humanos. Pero lo más raro es que
siempre he sentido que pertenezco a esos tiempos. En una ocasión, estuve
leyendo algo bien interesante sobre las almas viejas. Estas sienten que han
estado aquí antes, en épocas pasadas, y sienten hacer cosas que los regresen a
esos tiempos. Quizás yo sea un alma vieja que acompañaba a esos héroes al campo
de batalla para salvar el mundo. Si fuese así, espero que haya estado junto a
la Diosa Morrigan, la hermosa guerrera que se convierte en cuervo y que con el
recitar de un cálido poema pide las almas caídas en las batallas para llevarlas
a morar a su lugar en el más allá.
—Que poético suena eso… hermoso.
Para mí ha sido una fascinación la mitología de
la civilización Celta, una civilización que existió unos cinco mil años antes
de Cristo. Se han recuperado solo unos cuantos escritos y cuentos místicos para
que hoy los podamos disfrutar. De ahí es que yo he leído mucho sobre la Diosa
Morrigan, donde en algunos escritos es una sola persona y en otros son tres. Algo
así como una trinidad. Cada vez que leo sobre ella mis ojos brillan de la
emoción, tan así es, que siento algo que va más allá de la razón. ¿Será posible
enamorarse de un personaje de hace miles de años terrestres?
—No creo que alguien me pueda responder esa
pregunta. Pero bueno, es hora de hacer lo que me propuse hace una hora. —Solté
la baranda y me di media vuelta para volver a mi apartamento—. Es hora de
ponerme a escribir, pero antes otro café.
Abrí uno de los gabinetes de la cocina.
—¿En dónde está?, necesito una taza que me
ayude a despertar la inspiración —Seguía rebuscando entre los trastes que
guardaba en los gabinetes—. ¡Aja! Mírate aquí. —Tomé una taza de café con un estampado
un poco raro y con unas letras que decían I
am my biggest fan.
Mientras la máquina de café expreso preparaba
la tan apreciada bebida, yo pensaba en el momento aquel cuando trabajaba en la
cafetería de una librería de la capital. Allí aprendí sobre bebidas calientes
pero, obviamente, el más que me fascinó fue preparar café. Eso se lo debo
gracias al señor Hermenegildo, el dueño del lugar. Pero qué nombre tan curioso
y fuera de época, nunca me atreví a preguntarle si alguna vez había pensado
cambiarse ese nombre. La realidad es que es un buen hombre, eso no cabe duda, y
gracias a él hoy me pueden decir que soy un experto. Estoy casi un cien por
ciento de ser barista.
Ya con café en mano me senté en la mesita que
tengo en la cocina, con la laptop en frente para comenzar a escribir ese cuento
que tanto anhelo.
—¿Por dónde comenzar?. —Agarré la taza con las
dos manos y puse mis codos sobre la mesa, mientras miro la pantalla de la
laptop— Creo que voy a necesitar algo para inspirarme y abrir esta mentecita
que tengo a ver que se me ocurre.
Comencé a mirar alrededor de mi apartamento a
ver qué cosas me podrían ayudar para escribir mi cuento.
—¡Ah! Ya sé, recuerdo que tenía una calavera
que conseguí en una tienda de rockeritos que creo que ya ni existe, no recuerdo
como se llamaba pero era algo de Topic.
—Me paré de la silla y caminé hacia el cuarto, abrí la puerta del closet y
busque en las cosas que tengo arriba, donde guardo cosas que no utilizo, pero
que tampoco quiero tirarlas a la basura.
—Mírate aquí, —Agarré la calavera y entre las
cosas que revolví vi unas alas de cuervo que estaban guardadas desde hace mucho
tiempo. —See, esto también me va a ayudar. —Volví a la mesita de la cocina y
puse las cosas al lado de la laptop— Ahora sí estoy listo.
Pasaron varios minutos y unos cuantos sorbos de
café, pensando por dónde comenzar esta increíble historia. Todo lo que me llega
a la mente es lo rico que está el café y que no sabía por dónde comenzar, hasta
que se me ocurrió ponerle nombre al cuento. Creo que eso es lo primero que se
le debe poner a una historia antes de comenzar a escribir.
—Y entonces, ¿Cuál sería el nombre?. Lo voy a
buscar por Internet —Comencé a escribir en la laptop— A ver, voy a poner algo
muy cursi para tener mejores resultados. Voy a poner Cómo crear un título para
una obra literaria.
—De todas las opciones que encontré hubo una
que me llamó la atención, decía que el título de una historia debe contener la
idea principal de lo que trata esa historia. Me sonó algo confuso pero es la
idea principal en lo que me tengo que enfocar. Ahí es donde me tengo que
establecer. Estuve un rato pensando y decidí que mi historia va a tratar de mi
diosa de la mitología Celta que rescata las almas de los caídos en batallas
para llevarlos al inframundo. Recuerdo que había leído que ella fue amante de
uno de los héroes de la mitología llamado Cuchulain. Pero amante no puede ser,
eso suena muy de esta época, algo que dura muy corto, muy fácil. Me gustaría
algo más emotivo, como que se enamoren a primera vista y de tal manera que no
puedan contener ese sentimiento y acepten las consecuencias negativas que
puedan surgir de ese amor. Ahora sí, esto me está gustando pero todavía no he
escrito ni una sola palabra. Espérate, es que tengo que crear primero el
título, y creo que ya lo tengo. Se va a llamar La Diosa que se enamoró y todo
se hizo un problema. Pero qué clase de porquería de título, a dónde llegaría
con eso. —Bajé la cabeza— Creo que no seré un buen escritor después de todo,
quizás esta historia estará lejos de ser escrita.
Ya no quedaba café, habían pasado horas
tratando de escribir esa historia. Muchas ideas inundaban mi mente al mismo
tiempo que miraba el palito que parpadeaba sin parar en el programa de la
computadora.
—Diosa si tan solo fueras real para que
escuches esta petición y para que me ayudes a escribir una historia que sea de
inspiración a las personas. Que sepan que el amor verdadero sí existe y está
entre nosotros pero en forma de poema.
Entonces miré por la ventana que está en la
pared al lado de la mesita e hice un gesto de emoción, un brinco, como cuando
me acuerdo de alguna cosa.
—Eso mismo es, así se debería llamar esta
historia, se va a llamar El Poema de la Diosa. Entonces me dispuse a escribir
el título con mucha emoción. Las ideas se fueron organizando en mi mente de
forma mágica y misteriosa. Había comenzado a escribir y no podía parar, todo se
estaba realizando según lo planeado esta mañana. Las horas siguieron pasando
pero no quería dejar de escribir. Sabía que si lo hacía iba a perder la musa.
Pero en un momento inesperado la pantalla de la computadora se tornó negra. Yo
me paralicé. No puede ser que haya perdido todo lo que había escrito. Mientras
buscaba que había ocurrido con la laptop algo se movió en la pantalla, cuando
enfoco bien la mirada, vi una silueta de una mujer que luego desapareció. Abrí
los ojos bien grande, los cerré para sacudirme con las manos y abrirlos, pero
no volvió a salir esa silueta. La computadora prendió y la pantalla volvió a la
normalidad con todo lo que había escrito. Eso fue algo muy raro, nunca me había
pasado, creo que es porque llevo largas horas escribiendo. Lo que pensé es que
tengo salir a tomar aire fresco.
Agarré mi chaqueta y salí del apartamento todavía
confuso y pensando en la silueta. Ya se está haciendo de noche pero creo que un
café me ayudaría a bajar la tensión. Mientras caminaba a la única cafetería que
está abierta a esta hora sentía una extraña sensación. No sé cómo explicarlo. No
sé cómo uno se debe sentir cuando sabes que alguien te está siguiendo los
pasos. Me detuve en un momento y mire hacia los lados pero no vi ninguna
persona cerca de mí. Continué la caminata pero un poco más rápido. Mientras me
acercaba al lugar, más aligeraba el paso porque ya el sentimiento de
persecución me estaba incomodando. No estuve tranquilo hasta que llegué a la
cafetería de mi buen amigo, Ramón. Su fuerte no es el café pero es una buena
opción a estas horas. El tipo es un poco desquiciado, no ha tenido suerte en su
vida amorosa y siempre se la pasa hablando de extraterrestres. Yo creo que por
eso ha tenido mala racha en el amor. Todo aquel que lo conoce dice que su media
naranja no es de este planeta por su pasión por los extraterrestres. Él y yo
tenemos eso en común porque lo mismo me pasa con mi pasión, por la diosa
Morrigan. Otra cosa rara de él es que siempre lleva puesto sus gafas, aun así
sea de noche. Ya todos lo damos por loco y es por eso que nadie le dice nada.
Por lo menos al verlo me sentí más tranquilo y relajado. Le pedí el café como
siempre y me disponía a contarle lo que me había ocurrido.
Es en ese momento, en ese preciso momento que
le empiezo a contar y mirando a sus gafas me percato de la misma silueta que vi
en la pantalla de la computadora, se encontraba justamente detrás de mí. Yo
volteé la cabeza para mirar pero no había nadie, nuevamente el corazón comenzó
a bombear fuertemente del susto.
—Pero ¿Quién eres?, ¿Qué quieres de mí?
—Pensaba en ese justo momento, pero cuando
volteo la cabeza para mirar a Ramón y preguntarle si había visto a alguien
detrás de mí, ya él no estaba. Incluso todo estaba oscuro, ya yo no estaba en
la cafetería. No sé en dónde me encontraba, es como sucede en los sueños donde
tratas de mirar hacia lo lejos pero todo es como que lento y empañado. Al final
había un espejo era lo único que se veía. Me acerqué hasta ver mi reflejo en
él. Es como si me encontrara conmigo mismo, ese yo interior que muchas veces me
dice lo que está bien y lo que está mal. Esa voz interna que te ayuda cuando lo
más lo necesitas y te dice qué hacer cuando tu vida se encuentra en un callejón
sin salida. Por fin nos encontramos frente a frente. Siento que nos conocemos
de toda la vida. Hay mucho que tengo que agradecerte y mucho que reprochar también.
Cruzamos miradas pero luego él se retira, se hecha hacia un lado y detrás se
acerca la diosa, con una sonrisa hermosa, como siempre me la había imaginado.
Mi diosa es de ojos grandes y expresivos. Es de tez blanca y un pelo largo,
claro y ondulado. Así es como siempre la he visto en mi mente, en mis sueños y
antes de dormir; compartiendo este secreto solo con la almohada. Tenerte en
frente de mi es un milagro. Entonces entendí que esto es más que solo un sueño,
más que una ilusión, más que un deseo, es mucho más que magia. Tratamos de
agarrarnos las manos pero no pudimos porque ella estaba de un lado del espejo y
yo del otro.
Ambos sentimos una gran desilusión y ella se
retiró,
—No te vayas, —le dije repetidamente.
Ella desapareció y no volví a ver más su
reflejo, todo estaba oscuro nuevamente. Caí arrodillado y con la cabeza
cabizbaja porque sentía una gran impotencia al no poder acercarme a ella.
Tantos años imaginando llegar a este momento y solo nos pudimos ver. Pero algo
inesperado pasó. Mientras tenía la cabeza bajada, ella se acercó y puso su mano
en mi quijada para alzar mi mirada.
—Sube tu mirada guerrero, que tú no te das por
vencido fácilmente, ese no eres tú. —Ella me dijo con una voz dulce y suave—
Tenemos una gran batalla por liberar y muchos deberán conocer esta historia. No te
preocupes, todo va a estar bien.
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